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Arroz pegajoso, ingrediente escondido en el mortero más fuerte de la antigüedad

Nuevos estudios arqueológicos han descubierto que el arroz meloso se utilizaba como ingrediente en la construcción principal de China hace 1600 años, incluidas tumbas, murallas e instalaciones de los recursos hídricos. El mortero resultante permitiría que los edificios sobrevivieran al paso del tiempo y a movimientos sísmicos de gran magnitud. La receta abre nuevas posibilidades a la restauración y conservación de estructuras históricas.

La investigación, dirigida por Zhang Bingjian de la Universidad de Zhejiang en Hangzhou, ha comprobado que una tumba construida durante la dinastía Ming (1368-1644) "era tan firme que una máquina excavadora no pudo moverla". Algunas estructuras religiosas y puentes construidos con mortero de arroz pegajoso incluso sobrevivieron a un terremoto de magnitud 7,5 en 1604.

El mortero de arroz glutinoso es menos permeable al agua y más resistente a las tensiones de los cambios climáticos que el mortero estándar, derivado de la piedra caliza. Esto hace que sea más compatible con los ladrillos utilizados en edificios antiguos a la hora de restaurarlos. La razón de su fortaleza es que este mortero contiene pequeños cristales de carbonato de calcio que se pegan entre sí y crean una estructura más compacta y sólida.

"Cuando se trata de conservar edificios históricos, es muy importante producir un mortero con las mismas propiedades físicas que el utilizado originalmente", explica Belinda Colston, química especialista en edificios y objetos históricos, de la Universidad de Lincoln en el Reino Unido. "Si se utiliza un mortero actual, resulta demasiado fuerte para el material de construcción. Los ladrillos antiguos eran menos duros y si el mortero es demasiado fuerte, termina por destruirlos. Cuando se construye un edificio, el mortero tiene que ser más blando que el ladrillo".

El arroz adhesivo no era el único ingrediente natural que los antiguos masones chinos añadían al mortero. También utilizaban hojas vegetales, clara de huevo, aceite de tung, aceite de pescado y la sangre de animales para mejorar el rendimiento de los morteros.

Esta técnica tampoco se limita a la antigua China. En el Mediterráneo, los huevos, la leche de cerdo y la paja también se incluían para mejorar los morteros, apunta Antonia Moropoulou de la Universidad Técnica Nacional de Atenas.

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