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Recuperar los bosques con el cambio de hábitos

La protección de los cerca de 4.000 millones de hectáreas de bosques restantes en la tierra y la replantación de los ya perdidos resulta esencial para restablecer la salud de la tierra, una base importante para la nueva economía. La reducción del drenaje de las precipitaciones, así como las inundaciones y la erosión asociadas, el reciclado de las precipitaciones hacia el interior y la restauración de la recarga de los acuíferos depende al mismo tiempo de reducir la presión sobre los bosques y de la reforestación.

En todos los países hay un gran potencial por llevar a cabo para reducir las exigencias que están reduciendo la cubierta forestal del planeta. En las naciones industrializadas, la mayor oportunidad radica en la reducción de la cantidad de madera utilizada para hacer papel y, en los países en desarrollo, depende de la reducción del uso de leña para quemar.

Los índices de reciclaje de papel en los 10 principales países productores varían mucho, desde China y Finlandia en el extremo inferior, con un reciclaje entre el 33 y 38 por ciento del papel que utilizan, a Corea del Sur y Alemania, en el extremo superior, que reciclan un 77 y 66 por ciento. Los Estados Unidos, el país que más papel consume, se sitúan muy por detrás de Corea del Sur, si bien ha aumentado la proporción de papel reciclado desde aproximadamente una cuarta parte en la década de 1980 hasta el 50 % en 2005. Si cada país reciclase su papel como Corea del Sur, la cantidad de pulpa de madera utilizada para producir papel se reduciría en un tercio en todo el mundo.

El uso de papel, quizás más que cualquier otro producto, refleja la mentalidad de desechar que se desarrolló durante el siglo pasado. Hay una enorme posibilidad para reducir el uso de papel, simplemente mediante la sustitución de las toallitas faciales, servilletas de papel, pañales desechables, papel y bolsas de la compra por alternativas reutilizables de tela.

La mayor demanda de árboles proviene de la necesidad de combustible y supone más de la mitad de toda la madera eliminada de los bosques. Algunos organismos de ayuda internacional, incluida la Agencia de los EE.UU. para el Desarrollo Internacional (AID), están patrocinando proyectos para la eficiencia en el combustible de madera. Uno proyectos más prometedores de la AID es la distribución en Kenia de 780.000 cocinas para madera de alta eficiencia, que no sólo utiliza mucha menos madera, sino que también contamina menos que una estufa tradicional.

En Kenia también se está promocionando un proyecto de cocina solar patrocinado por Solar Cookers International. Estas cocinas de bajo coste están hechas de cartón y papel de aluminio a un precio de $10 cada una y cocinan lentamente, como una cazuela de barro. Requieren menos de dos horas de sol para cocinar una comida completa y pueden reducir en gran medida el uso de leña a bajo coste. También pueden ser utilizados para pasteurizar agua y por lo tanto, salvar vidas. A largo plazo, el desarrollo de fuentes alternativas de energía es la clave para reducir la presión sobre los bosques en los países en desarrollo.

A pesar del alto valor para la sociedad de los bosques intactos, sólo alrededor de 290 millones de hectáreas de la superficie forestal mundial se encuentran legalmente protegidas de la tala. Los bosques protegidos por decreto nacional a menudo se salvaguardan no tanto para preservar a largo plazo su capacidad de suministro de madera sino para asegurar que sigan prestando servicios tan valiosos como el control de las inundaciones. Los países que proporcionan la protección jurídica de los bosques a menudo lo hacen después de haber sufrido las consecuencias de la deforestación extensiva, como es el caso de China y Filipinas.

Aunque las organizaciones no gubernamentales (ONG) han trabajado durante años para proteger los bosques de la tala, la silvicultura sostenible es ahora vista como otra manera de proteger a los bosques. Si sólo se talan los árboles maduros, y sobre una base selectiva, un bosque y su productividad se puede mantener a perpetuidad. En 1997, el Banco Mundial unió sus fuerzas al Fondo Mundial para la Naturaleza para formar la Alianza para la Conservación de los Bosques y el Uso Sostenible. Para el año 2005 habían ayudado a designar 55 millones de hectáreas de nuevas áreas forestales protegidas y certificar 22 millones de hectáreas de bosque. A mediados de 2005, la Alianza anunció su objetivo de reducir a cero la deforestación global neta para el año 2020.

Existen varios programas adicionales de certificación de productos forestales que informan a los consumidores preocupados por el medio ambiente sobre la gestión sostenible de los bosques de donde son originarios los productos de madera. El programa internacional más riguroso, certificado por un grupo de organizaciones no gubernamentales, es el Forest Stewardship Council (FSC). Unos 88 millones de hectáreas de bosques en 76 países están certificados por organismos acreditados por el FSC como gestión responsable.

Las plantaciones forestales pueden reducir la presión existente sobre los bosques remanentes en la tierra, siempre y cuando no sustituyan a los bosques antiguos. En 2005, en el mundo había 205 millones de hectáreas de plantaciones forestales, una superficie que equivale a casi un tercio de los 700 millones de hectáreas sembradas con grano. Las plantaciones de árboles producen mayoritariamente madera para las fábricas de papel y los molinos de reconstitución. Cada vez más, la madera reconstituida se convierte en la sustitución de la madera natural, ya que el mundo de la madera y las industrias de la construcción se van adaptando a una disminución de la oferta de grandes troncos procedentes de bosques naturales.

En las plantaciones, la producción de madera en troncos se sitúa en 432 millones de metros cúbicos anuales, lo que representa el 12 por ciento de la producción maderera mundial. Esto significa que la mayor parte, alrededor del 88 por ciento de la recolección mundial de la madera, proviene de bosques naturales. Las proyecciones sobre el crecimiento futuro indican que las plantaciones a veces pueden ser rentables sobre tierras deforestadas y a menudo degradadas, pero también pueden crecer a expensas de los bosques ya existentes. También hay competencia con la agricultura, ya que la tierra apta para el cultivo también es buena para el crecimiento de árboles. La escasez de agua es otro obstáculo, ya que las plantaciones de rápido crecimiento requieren humedad abundante.

Sin embargo, la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO) prevé que como se expande el área de plantaciones y con ella la productividad, la cosecha podría más que duplicarse durante los próximos tres decenios. Es completamente concebible que las plantaciones podrían algún día satisfacer a la mayoría de la demanda mundial de madera industrial, lo que contribuiría a proteger los bosques que quedan en el mundo.

Corea del Sur es en muchos aspectos un modelo de reforestación para el resto del mundo. Cuando terminó la Guerra de Corea, hace medio siglo, este montañoso país estaba muy deforestado. A partir de 1960, bajo la dedicada dirección del Presidente Park Chung Hee, el gobierno de Corea del Sur puso en marcha un esfuerzo nacional de reforestación. Basándose en la formación de cooperativas campesinas, cientos de miles de personas se movilizaron para cavar zanjas y crear terrazas como apoyo a los árboles en las montañas áridas. Hoy en día, los bosques cubren el 65 por ciento del país, un área de aproximadamente 6 millones de hectáreas. Cuando conducía a través de Corea del Sur en noviembre de 2000, me resultaba muy gratificante ver la exuberancia de los árboles sobre las montañas que hace una generación estaban desnudas. ¡Podemos reforestar la tierra!

En Níger, los agricultores que se enfrentaron a una grave sequía y a la desertificación en la década de 1980 comenzaron a dejar emerger algunos retoños de acacias que crecían en sus campos mientras preparaban el terreno para los cultivos. Cuando estos árboles maduraron redujeron la velocidad del viento y con ella la erosión del suelo. La acacia, una leguminosa, fija el nitrógeno enriqueciendo el suelo y contribuyendo a elevar los rendimientos de los cultivos. Durante la estación seca las hojas y las vainas suministran forraje para el ganado. Los árboles también proporcionan leña. Este hecho de permitir el crecimiento de 20-150 retoños por hectárea para madurar en unos 3 millones de hectáreas ha revitalizado las comunidades agrícolas en Níger.

Cambiar las subvenciones a la explotación forestal por la plantación de árboles ayudaría a proteger la cubierta de bosques en todo el mundo. El Banco Mundial tiene la capacidad administrativa para conducir un programa internacional que podría emular el éxito de Corea del Sur cubriendo con árboles montañas y colinas. Además, la FAO y los organismos de ayuda bilateral pueden trabajar con los agricultores particulares en los programas agroforestales nacionales para integrar, donde sea posible, a los árboles dentro de las operaciones agrícolas.

Reducir el uso de la madera mediante el desarrollo de estufas de leña más eficientes y combustibles alternativos para cocinar, reciclar sistemáticamente el papel y prohibir los productos de papel de usar y tirar, en conjunto aligeraría la presión sobre los bosques de la tierra. Sin embargo, un esfuerzo de reforestación mundial no puede tener éxito si no va acompañado de la estabilización de la población. Con semejante plan integrado, coordinado país por país, los bosques  de la tierra pueden ser restaurados.

Fuente: Lester R. Brown / Ecogaia

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