En Austria, lo que acaba en la basura se procesará localmente para obtener el biogás que se convertirá, inmediatamente y con eficiencia, en la electricidad y el calor que demanda la comunicad. Ello es posible gracias a las células de combustible estacionarias, que pueden generar hasta cinco kilowatios de corriente a partir del gas.
El sistema, que ya está funcionando en la ciudad surcoreana de Daegu y pronto lo hará en la estadounidense de Delaware, tiene el tamaño de una nevera y, a diferencia de las plantas de gas natural, no expulsa sustancias contaminantes a la atmósfera y reduce las emisiones de CO2 entre un 35 y un cuarenta por ciento.
El proyecto austriaco se iniciará con la instalación de 30 megawatios de generación. Para ello, las células de combustible se implementarán en los grupos eléctricos de edificios residenciales y comerciales. Algunas de ellas funcionarán como microrredes para poder distribuir automáticamente la energía.
Inicialmente, las pilas de combustible funcionarán con el biogás o metano derivado de la biomasa de los residuos de jardinería, y también de los desperdicios de la comida.
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