Con el verano y gracias al cambio climático, la sequía es probable que sea más intensa y larga de lo deseable. A pesar de ello, horticultores y jardineros cuentan con herramientas para preservar los recursos hídricos y mantener el producto plantado, aunque haga más calor de lo normal.
Menos hierba, más huerto
El césped consume más agua que cualquier otro cultivo, por ejemplo tres veces más que el maíz. Convertir el césped en espacio de crecimiento productivo es una de las mejores maneras de hacer eficaz el agua consumida. Si ni la horticultura ni la jardinería están en nuestros planes, al menos debemos asegurarnos de que la hierba de nuestro terreno sea autóctona porque eso facilitará su mejor adaptación.
Preparación
La preparación del suelo es clave para el éxito de la jardinería cuando hay una menor disponibilidad de agua. Un suelo bien compostado retiene el agua mejor que el arenoso, así que conviene mantener las camas llenas de materia orgánica. Algunos expertos de la vieja escuela sugieren añadir musgo de turba, pero como se trata de un recurso no renovable, es preferible evitarlo.
Protección
El acolchado, además de suprimir el crecimiento de maleza, ayuda al suelo a retener la humedad, algo crítico cuando no se espera lluvia. Desde la paja o hierba cortada hasta el plástico, las opciones son amplias a la hora de proporcionar cobertura al suelo. Si contamos con árboles y disponemos de montones de hojas caídas cada otoño, podemos preparar un excelente mantillo para el suelo. Para cuando lo utilicemos en verano, las hojas ya estarán bien podridas y no tendrán tanta acidez.
Sembrar lo necesario
Planificar lo que plantamos en el huerto de acuerdo a nuestras necesidades de consumo es esencial para maximizar la gestión eficiente del agua y aprovechar la cosecha. De todas formas, si nos sobran verduras y no queremos almacenar, siempre están la familia, los amigos y los vecinos para que no se desperdicie ningún alimento en estos tiempos. Los comedores públicos seguro que también agradecen una donación.
Medir dos veces
Un pluviómetro es una forma económica de realizar un seguimiento de la cantidad de agua que el jardín y la huerta reciben, y saber exactamente cuándo y cuánto regar. La regla general es que un huerto para crecer bien necesita alrededor de 25 milímetros de agua por semana.
Aprovechar las gotas de lluvia
Los barriles de lluvia han vuelto para quedarse. Se pueden colocar debajo de los canalones o en cualquier lugar óptimo y, cuando llueva, utilizar el agua recogida para regar las plantas. Lo mejor es hacerlo a primera hora de la mañana o a última de la tarde para minimizar así las pérdidas por evaporación. En vez de duchar las plantas es mejor limitarnos a la base cuando la escasez de agua sea grande. Los sistemas de riego por goteo también son una buena manera de maximizar la eficiencia del riego.
Desmalezar
Cualquier planta necesita agua, así que para no repartir este recurso con las que estamos cultivando, conviene limpiar las camas plantadas de las llamadas malas hierbas. Muchas de ellas tienen excelentes utilidades culinarias y medicinales, como es el caso del diente de león o la hierbabuena. Seguro que después de desmalezar contamos con algo para la cena.
Cortar, podar, recolectar
Estar al tanto del cultivo, cortar hojas sobrantes y recoger las verduras tan pronto como sean comestibles, ayuda a las plantas a gestionar su consumo de agua. A algunas, como las coles de Bruselas y los tomates, les beneficia el recorte de las hojas inferiores una vez que los frutos o brotes aparecen, ya que así la planta destina sus recursos a estos en lugar de al crecimiento de hojas.
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