Una contaminante papelera de Wisconsin, EE.UU., ha resurgido de sus cenizas gracias a una estrategia empresarial que incluye recuperar la biomasa residual de la propia fábrica y los restos madereros originados con la tala. Con todo ello, la caldera ya no necesita combustible fósil, lo que ha recortado drásticamente el gasto y las emisiones de CO2 en un 30%. A la reconversión a combustibles verdes de la factoría Flambeau River Papers se va a sumar la construcción de una biorrefinería.
El objetivo es convertir en biodiesel y cera verde unas 1.000 toneladas diarias de la biomasa de madera utilizada en la caldera de la planta. Y se hará mediante el proceso denominado Fischer-Tropsch de segunda generación. El calor que se origina en este proceso, si se reutiliza en la producción de papel, permitirá aumentar la eficiencia térmica de la planta desde el 47% hasta cerca del 70% por ciento al disponer de la electricidad, el vapor y el agua caliente que la papelera requiere para su funcionamiento. Una refinería tradicional libera el exceso de calor a la atmósfera mediante torres de enfriamiento o volcándolo al río.
Mientras, el biodiésel obtenido se venderá como elemento mezclador del combustible para aviones y camiones. Por su parte, la cera verde servirá para impermeabilizar cartón o fabricar velas, con lo que se evitará importar cera elaborada a partir de combustibles fósiles.
Con todo, la reapertura de la papelera supone la dinamización de una de las regiones más aisladas de Wisconsin. Rodeada de bosques, Flambeau River Papers anualmente adquiere 140.000 cuerdas de madera gestionada de modo sostenible, lo que sirve de apoyo a unos 300 pequeños negocios madereros, al tiempo que revitaliza los precios del sector en el Estado.
Más información: Flambeau River Papers
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