Investigadores de la Universidad de Jaén han elaborado material cerámico para la construcción a partir de residuos de la industria papelera. De momento, han creado ladrillos prototipo que son más ligeros y de baja conductividad térmica, lo que supone buena capacidad aislante. Un producto con potencial económico y claros beneficios medioambientales.
Para conseguir los ladrillos, la Escuela Politécnica Superior de Linares ha utilizado residuos de celulosa de una fábrica papelera, así como lodos procedentes de la depuración de sus aguas residuales. Estos desechos los han mezclado con la arcilla tradicionalmente utilizada en construcción y, mediante presión y extrusión mecánica, han logrado la nueva materia prima.
Con la adición de residuos orgánicos a la mezcla de los ladrillos también se reduce el tiempo de cocción para su elaboración, lo que supone un ahorro de combustible. El reto es aumentar la resistencia de este material, cuyo descubrimiento se ha publicado en la revista científica Fuel Processing Technology.
Los resultados de la investigación muestran que incrementar el contenido de residuos aumenta la expansión lineal y la absorción de agua del material y, a su vez, reduce la resistencia a la compresión. La disminución de dicha resistencia es más pronunciada en las muestras preparadas con residuos de papel que en las elaboradas con lodos.
El equipo espera superar esta limitación y planea la incorporación de desechos de la industria cervecera, del aceite de oliva y del biodiesel o, incluso, fangos cloacales. Por su parte, la Universidad de Sevilla y la de Strathclyde en Glasgow también han experimentado con la fabricación de ladrillos a partir del excedente de lana de oveja.
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