La falta de control sobre el desastre nuclear de Fukushima ha llevado al gobierno japonés a revisar desde cero su política energética y a abandonar el plan de ampliar el porcentaje de energía nuclear en la generación total de electricidad. Mientras, las desatendidas renovables ganan interés en el país.
Tras la catástrofe atómica, el ejecutivo nipón ya no aumentará, como tenía previsto, desde el 30% al 50% la participación nuclear en la producción eléctrica nacional. También es difícil que sigan adelante los planes de construir catorce nuevos reactores para 2030, según ha comentado el primer ministro Naoto Kan. En contraste, el peso de la energía renovable, que se estimaba en un 20% para esa misma fecha, será reconsiderado al alza.
Kan ha reconocido el retraso de su país en lo que a fuentes limpias de energía se refiere y ha afirmado que considera “necesario avanzar en la dirección de promover la energía natural y la energía renovable”. Por ello, están dispuestos a abrir camino y avanzar en la senda de la energía eólica y la solar, al igual que otros países occidentales. Kan también desea potenciar un sistema de ahorro energético.
"La tragedia de Fukushima ha dado pie a muchas preguntas sobre el futuro de la energía nuclear y ha levantado temores entre el público, que se pregunta si estamos haciendo todo lo posible para proteger a la población mundial en caso de una catástrofe nuclear", comentó el mandatario nipón en una mesa redonda previa a la Tercera Conferencia Global sobre la Reducción de Desastres, que se celebra esta semana en Viena.
Ya se ha fundido gran parte del combustible del reactor uno de la planta nuclear Fukushima-1, según ha informado TEPCO, empresa eléctrica responsable de la central, lo que aumenta la incertidumbre de los más de150.000 afectados y desplazados.
La planta de Fukushima fue dañada el pasado 11 de marzo tras el terremoto y el posterior tsunami que destruyó las turbinas de refrigeración. La explosión de hidrógeno resultante destruyó parte del sistema de contención del reactor uno. Varios escapes de agua radioactiva han acabado en la mar.
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